A veces las palabras son como las olas, frías, van y vienen, rompen unas sobre otras, cada una cubre la anterior... . Pueden venir desde muy adentro o nacer en las orillas de nuestros labios, pueden voltear a una persona, ahogarla, hacerla temblar por un frío que les recorre por dentro, o, pueden ayudarlas a flotar, a reír, a salir adelante cuando ya no podemos estar mas ahí. Por eso me gusta tanto el mar, siento que me habla constantemente...
Y nosotros, teniendo los medios o la habilidad, podemos ir por encima de las olas, superar el lenguaje que nos transmite el agua y responderle en cada movimiento, sutilmente nos dice que esta ahí, que siempre estuvo y siempre estará, que la inmensidad termina con lo mas pequeño, que la fuerza es eterna siempre que haya movimiento. También me susurra que lleva dentro todo un universo pero que lamentablemente me es negado conocer si no me adentro en el...
Me decía que las corrientes llevaban sus sentimientos de un extremo al otro, y que en cada uno sentía la necesidad de llevarse algo consigo, arrastrar dentro suyo lo que necesitara de tal o cual lugar, que estas no le dejaban dentro la basura que le arrojan quienes no entienden su idioma...
Cada vez que me hablan así, cada vez siento mas que no somos sino solo una enfermedad sobre estas tierras... y que la única cura somos nosotros mismos.
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